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¿Renovar los seguros al inicio del ejercicio es realmente una buena idea? Los 11 riesgos que muchas empresas subestiman

¿Renovar los seguros al inicio del ejercicio es realmente una buena idea? Los 11 riesgos que muchas empresas subestiman

Tiempo de lectura: 4–5 minutos

Cada diciembre, muchas empresas se encuentran en la misma situación: cierres, presupuestos, vacaciones, urgencias de fin de ejercicio… y en medio de todo esto, la revisión de los seguros. Por comodidad administrativa, es habitual querer que la vigencia de las pólizas coincida con el año fiscal -del 1 de enero al 31 de diciembre. Pero, ¿es realmente la mejor opción?

En seguros, como en cualquier proceso de compra, tomar decisiones con prisas es fuente de riesgos. Procurement Magazine identifica 10 riesgos en compras, y en el mundo asegurador encajan perfectamente. Y todavía hay uno más: el preaviso de anulación. En total, 11 riesgos reales que se multiplican cuando las renovaciones se concentran todas en el mismo período.

A continuación, los detallamos, adaptados a la realidad de fin de año.

1. Fiabilidad del proveedor: renovar sin tiempo para analizar

Cuando las renovaciones llegan tarde –hecho habitual en diciembre–, la empresa no dispone del tiempo necesario para evaluar la solvencia de la aseguradora, la calidad de respuesta en siniestros o la experiencia en el riesgo concreto. Se acaba renovando por inercia, no por criterio técnico.

En este sentido, la vigencia de las pólizas a 1 de enero bastantes decisiones aceleradas.

2. Calidad del producto: cambios que pasan desapercibidos

Con el volumen de trabajo de fin de año, la revisión detallada de franquicias, exclusiones y sublímites queda a menudo en segundo plano. Es muy habitual descubrir en enero que existían cambios sustanciales que nadie detectó. Una renovada póliza con prisas es una póliza más vulnerable.

3. Fluctuación de primas: incrementos aceptados con prisas

Los ajustes de tarifa suelen quedar camuflados en medio del cierre del ejercicio. El problema no es el precio en sí, sino la falta de tiempo para negociarlo o contrastarlo con alternativas. El resultado es un coste anual que podría haber sido mejor ajustado.

4. Interrupciones en el servicio: saturación generalizada en diciembre

Corredurías y aseguradoras trabajan al límite justo cuando necesitas máxima claridad. Documentos que llegan tarde, errores en póliza y dificultades para atender siniestros en los primeros días del año son situaciones frecuentes. Y todo esto impacta directamente la continuidad operativa del negocio.

5. Cumplimiento normativo: el riesgo de “ya lo revisaremos después”

NIS2, DORA, RGPD, responsabilidad ambiental, requisitos de clientes o auditoría… Revisar todo esto requiere tiempo. Cuando la renovación se realiza a toda prisa, el cumplimiento regulador queda a menudo parcial o pendiente. Y este tipo de errores no sólo exponen económicamente: también afectan a reputación, contratos y gobierno corporativo.

6. Dependencia de un único proveedor: decidir por falta de tiempo

Cuando la empresa sólo recibe una propuesta dentro del plazo, o no puede comparar alternativas, acaba manteniendo al mismo proveedor por obligación temporal. Esto reduce capacidad de negociación e impide saber si existen opciones más eficientes o más completas.

7. Riesgos financieros: capitales y sublímites desactualizados

Actualizar capitales asegurados, especialmente en daños, RC o ciber, exige un riguroso análisis. A finales de año, entre tantas urgencias, es habitual renovarlo con capitales antiguos o insuficientes. Un error que, ante un siniestro, puede obligar a la empresa a asumir costes muy elevados.

8. Riesgo reputacional: cuando la crisis llega y la póliza no acompaña

En seguros como ciber, D&O o responsabilidad civil, la gestión del siniestro es tan importante como la cobertura. Si se elige aseguradora o mediador sin tiempo para valorar capacidades reales, una crisis mal atendida puede amplificarse y dañar gravemente la reputación de la empresa y de su equipo directivo.

9. Sostenibilidad y solvencia de la compañía aseguradora

La revisión de ratios, litigios y solvencia no es un trámite menor. Pero cuando el calendario aprieta, este paso a menudo se omite. Sólo nos damos cuenta de la importancia cuando existe un siniestro relevante y es necesario que la compañía responda con capital y agilidad.

10. Falta de planificación del riesgo: renovar para cumplir, no para proteger

Cuando la renovación coincide con el momento de máxima carga, no se revisan cambios en la actividad, nuevos activos, contratos significativos o ampliaciones de cobertura necesarias. Esto genera pólizas desalineadas con la realidad de la empresa.

11. El preaviso de anulación: obligación legal que puede forzar decisiones a ciegas

La mayoría de pólizas exige un mes de antelación para el preaviso de no renovación.

Si la vigencia de las pólizas termina el 31 de diciembre, debe notificarse antes del 30 de noviembre. Pero en esa fecha, muchas empresas todavía:

  • no han recibido todas las alternativas,
  • no han podido comparar condiciones,
  • ni han resuelto dudas técnicas.

Esto crea un dilema:

  • Anulas demasiado temprano y corres el riesgo de escoger una opción poco analizada.
  • No anulas a tiempo y la póliza se renueva automáticamente, aunque no sea la mejor.

Es un riesgo estructural que sólo se resuelve empezando el análisis en octubre.

La falsa comodidad contable: ¿cuándo realmente se han de revisar los capitales?

A menudo se dice que sincronizar la vigencia de las pólizas con el año natural es "más cómodo" para contabilidad. Pero esto es un mito.

Si la empresa periodifica correctamente el gasto, la fecha de inicio es irrelevante.

Además, existe un punto crucial que afecta tanto a empresas auditadas como no auditadas:

Los valores de los activos no son definitivos a 1 de enero.  Y aunque se pueden modificar durante el período de vigencia, todos sabemos que normalmente no se hace.

Hasta que los administradores no aprueben las cuentas anuales, los valores de balance pueden cambiar (regularizaciones, amortizaciones, bajas, incorporaciones…).

Esto implica que revisar capitales asegurados el 1 de enero a menudo significa trabajar con datos provisionales.

El momento técnicamente correcto es después de la aprobación de las cuentas, no necesariamente en enero.

Por tanto, la fecha de renovación no debería responder a un criterio contable, sino a un criterio de riesgo y de gestión operativa.

Ventajas de distribuir las renovaciones durante el año

  • Mayor calidad en el análisis técnico.
  • Capacidad de negociar mejores condiciones.
  • Menos prisa, menos errores.
  • Mejor alineación entre actividad y cobertura.
  • Reducción de estrés en diciembre y enero.

Conclusión: la fecha no es el problema; la falta de tiempo, sí

La vigencia de las pólizas es un elemento de gestión, no una imposición.

Cuando todas las decisiones se concentran en el mismo mes, los riesgos aumentan y la protección del negocio puede quedar comprometida.

Planificar es proteger. Anticiparse es evitar problemas mañana.

La pregunta es: ¿estás eligiendo la mejor fecha de renovación por criterio técnico… o por inercia?

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En Dracma te ayudamos a redistribuir renovaciones, analizar coberturas y asegurar que la vigencia de las pólizas responda a las necesidades reales de tu negocio.

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